Testimonios

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Te he vuelto a encontrar madre.

Comenzaré diciendo que soy hija de María Inmaculada, pues me eduqué en un colegio concepcionista y así había sido mi sentir y devoción desde la infancia.
Según iba llegando a la edad adulta, fui viendo desaparecer, más bien ocultarse, ese amor que siempre había sentido por Nuestra Madre.
Cuando llegué a Valdemorillo, va a hacer ya 20 años, poco a poco me fui incorporando en la Parroquia, conociendo y sintiéndome cada vez más integrada y arropada por los distintos sacerdotes, catequistas y muchas personas de este pueblo, que ya siento como mío. Pero seguía sin encontrar ese amor que tenía de niña por la Virgen.
Un día, de repente caí en la cuenta -quiero imaginar que inspirada por Ella- de que, al igual que yo no siempre llevo la misma ropa, Nuestra Madre tampoco, es decir, que la que desde niña había sido mi inspiración bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, ahora estaba ante mí con otro traje, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Esperanza. Su amor hacia mí era el mismo que cuando era niña.
Necesito agradeceros de corazón el haberme ayudado a encontrarla de nuevo y conocerla un poquito más, en especial a los sacerdotes y a la Junta de estos últimos años, tanto la presidenta, como la secretaria, el tesorero y hasta la última camarera de la Virgen, me habéis hecho sentir una más y me habéis transmitido el amor tan grande que le profesáis a la Virgen de la Esperanza.
Ahora yo formo parte del equipo que toma el relevo, le pido a Nuestra Señora que nos guíe en cada paso que demos, que sepamos transmitir ese cariño por Ella y por Nuestro Señor Jesucristo, Su Hijo, que me enamoró de la Hermandad y me atrajo de nuevo al lado de mi Madre.
Gracias, gracias, gracias.

Bea.

Como un hijo más.

Nada más llegar a Valdemorillo como vicario parroquial, me encontré con una preciosa ermita en Valmayor, enteramente dedicada a la Virgen de la Esperanza. Mi duda fue: ¿qué advocación de la Virgen es la que se venera en este precioso pueblo; la de la Esperanza, que da nombre a la ermita o la de la Asunción que da nombre a la parroquia?. La respuesta me llegó, por parte del párroco, D. Ricardo Spuch, que me dijo: la patrona del pueblo es la Virgen de la Esperanza.
A partir de ese momento, comencé a saborear la fe de un pueblo, unido en torno a la devoción a la Virgen santísima: rosarios en la ermita, septenario y flores a la Virgen en el mes de mayo, procesión solemne por todo el pueblo en junio, con la entrañable y maternal imagen de la Virgen y finalmente, la espectacular y concurrida romería en la ermita. Un plantel de actividades que denotan claramente la fe de un pueblo, que se une todos los años en torno a la Madre.
Quiero destacar: cómo en uno de esos días en los que se reza el santo Rosario en la iglesia parroquial, después de las flores, una persona muy anciana dejaba su ramo junto al carro con la imagen de la Virgen y me dijo, con lágrimas en los ojos: “todos los años, desde que venía con mis padres de pequeña, le dejo a la Virgen estas flores, como tributo por todos los favores que me concede a lo largo del año”. Me quedé sin palabras…

Quiera Dios y esta es mi súplica, hecha humilde y ferviente oración como un hijo más: que, todos los que de una manera u otra participemos de las actividades de la hermandad nos identifiquemos con su ideario y fines, entre los cuales destaca el de: “Vivir como buen creyente y fomentar el trato y distinción a María santísima”.
La Madre de la Esperanza, en este Año de la Fe, a buen seguro nos lo concederá.

D. Pablo Marina.

Antiguo vicario parroquial de la Parroquia de N. S. de la Asunción de Valdemorillo.

A la Virgen de la Esperanza

“¡Cuantas veces siendo niño te rece!, en mis rezos te decía que te amaba…”
Estas palabras, de una canción, son perfectamente aplicables a mí. Desde niño mi madre me enseñó a rezarte y cada año nos dirigíamos , lloviese o hiciera buen tiempo, a tu casa de Valmayor a buscarte o llevarte .
 Me acuerdo ( ¿te acuerdas madre?) siendo niño , de tu llegada a Valdemorillo a finales de abril ( procedente de la ermita) con recia lluvia.
 Me impresionó ver (desde la altura de la plaza del pueblo) , un manto de paraguas de la gente que salió a recibirte que subía por la calle de la Nava. No se veían personas solamente un manto negro ( de los paraguas) y a ti madre iluminada.
 Tu , Madre , con un impermeable transparente y yo te miraba con esos ojos de niño ( con más inocencia que hoy)que sonriendo y alegre te decía :
 ¡Te quiero Madre, por fin has llegado! (…… sonriendo ,desde lejos, me esperabas ) Mi madre en la tierra ( sin ella no hubieses sido mi madre en el cielo) se emocionaba y yo la miraba y callaba .
 Me decía …¡ mira qué guapa viene ! Te hablaba (en bajito) y en varias ocasiones me dijo que la Virgen muchas veces la contestaba a sus preguntas y sus dudas , haciéndola signos que NUNCA me quiso contar .
 “La he preguntado una cosa y me ha dicho que no”
(me dijo en una ocasión) y al cabo de unos días, me dijo “ lo que había dicho la Virgen se ha cumplido totalmente.”
 (¿Qué era mamá ? nunca me lo dijo y nunca lo sabré)
 A ti Madre Celestial te quiero como a mi madre terrenal y como Madre de Jesús Nuestro Señor (sin El sólo hubieses sido una mujer más en la Tierra) que te dio desde la concepción, lo que yo nunca tendré de verdad, el AMOR (si en mayúsculas) y lo que ello conlleva .
 Solamente , Madre, te puedo pedir , que aunque alguna vez me veas alejarme de ti , volver ( una madre no se cansa de esperar ) a estar en tu manto protector , que me ampare al caminar y que me de la Esperanza de llegar hasta tu Hijo y sus pies besar .

Yago

2012